Campo San Francisco

Hoy en día, es muy habitual que las ciudades cuenten con un pulmón, con un espacio rodeado de asfalto y edificios que proporciona a la urbe el oxígeno necesario para continuar su día a día. Por ello, hoy nos disponemos a bucear en el Campo de San Francisco, en su origen y evolución a lo largo de más de 700 años.

Situado fuera de las murallas del Oviedo medieval, esta zona era un auténtico bosque alejado de la urbanización allá por el siglo XIII. Tal y como señala la tradición, éste sería el lugar elegido por San Francisco de Asís para hacer un descanso en su camino hacia Santiago, decidiendo establecer allí una pequeña ermita. Leyenda o no, lo cierto es que al poco tiempo, se instala en el lugar el convento de la Orden de frailes franciscanos, citado ya en la documentación del año 1243.

Convent S Fco (elblogdeacebedo.blogspot.com.es)
Antiguo convento de San Francisco (Enrique del Fresno)

Propiedad de los frailes, con el paso del tiempo, serán los ciudadanos quienes frecuenten el lugar con mayor y mayor asiduidad. De esta manera, en 1534, los franciscanos deciden ceder el bosque y prados de sus alrededores para uso y disfrute de la ciudadanía. Por aquellos tiempos, tenía una extensión mucho mayor de la actual, abarcando la actual calle Uría, la plaza de la Escandalera hasta la Magdalena del Campo (hoy calle Pelayo); por el norte se confundía con los terrenos de Llamaquique, y la actual calle del Marqués de Santa Cruz estaría destinada a zona privada y huerto del convento.

De entre las variadas actividades que acogía el Campo de San Francisco, me gustaría destacar una que tuvo lugar un 23 de enero de 1590. Según escribió Tirso de Avilés, unos 3000 hombres pertenecientes al Tercio de 24 Banderas llevaron a cabo un ensayo de una verdadera batalla, siendo todo un espectáculo para los ovetenses ver a aquellos arcabuceros, mosqueteros y piqueros combatiendo como si de una guerra se tratase.

Con esta cesión, se comienzan a abrir caminos y paseos que irán mermando la frondosidad del bosque. Sin embargo, propiedad de la Iglesia, ésta se opondrá a las tentativas especuladoras que ya desde el siglo XVIII tratarán de ir acabando con el bosque en favor del supuesto desarrollo de la ciudad.

Sin embargo, en 1845, a consecuencia de la desamortización de Mendizábal, la propiedad de éstos terrenos pasará a manos de las autoridades civiles. Con ello comenzarán una serié de transformaciones que acabarán con aquel frondoso bosque franciscano para crear un parque más acorde a la época y a las necesidades de sus ciudadanos. De esta manera, parte de éstos terrenos se convierten en Jardín Botánico, en manos de la Universidad de Oviedo.

Las nuevas necesidades urbanísticas irán recortando el Campo hasta que alcance su actual extensión. La apertura de las calles Santa Susana (1858), Uría (1874), Conde de Toreno (1886) y Marqués de Santa Cruz (1889) acabarán encerrando el pulmón ovetense ante la expansión de la ciudad. Dentro de éste terreno perdido por el Campo se encontraba el famoso roble denominado Carbayón, árbol que cedió a la calle Uría y que acabó siendo talado y subastado por 192 pesetas. Desde ese momento se le considera símbolo de la ciudad, de ahí el apodo de sus ciudadanos, conocidos como “carbayones”.

Carbayón Uría
Dibujo de el Carbayón

A partir de entonces, ya a finales del siglo XIX, el bosque dará lugar a un parque urbano, al estilo inglés tal y como marcaba la moda del momento. Es el momento en que se construye el quisco de la Música y se inauguran la Fuentona del Bombé y la Fuente de las Ranas; también por aquel entonces se construyó un lago artificial de unos 3000 m2, conocido como “el mar de Oviedo”, donde los carbayones podían disfrutar de paseos en barca rodeados de peces. Dentro de este lago se encontraba una isleta con un palomar, conocido como el tornillu, el cual, tiene el honor de inaugurar la iluminación eléctrica en Oviedo.

Fuentona Bombé
Fuentona del Bombé en la actualidad

En 1904 se produce el derribo del antiguo convento e iglesia de San Francisco, que habían dado origen al Campo, para la construcción del actual Palacio de la Diputación.

Campo S Fco - Uría
Campo San Francisco y calle Uría a comienzos del siglo XX

Desvinculado ya de sus orígenes, seguirán las transformaciones en el parque. A comienzos de siglo XX se decide instalar un pequeño Zoo e incluso un cine, el Cinematógrafo Fandiño del Paseo de los Álamos, instalado en 1908 cerca de la actual estatua de José Tartiere, que data de 1933. También a comienzos de siglo se construyó un original palomar, el “Tornillu”, obra de Ildefonso Sánchez del Río, famoso por construir la tribuna volada del Estadio de Buenavista, primera en España de esas características; en 1925 se trasladó el pórtico de la iglesia de San Isidoro desde la plaza del Paraguas hasta el lugar que ocupa actualmente en el parque.

Campo S Fco - palomar el Tornillu, 1930 (arquitecturadeoviedo.blogspot.com.es)
El tornillu, 1930 (arquitecturadeoviedo.blogspot.com.es)

En tiempos de la dictadura numerosos paseos adoptarán nombres vinculados al régimen que, lógicamente, en la actualidad sustituidos por sus originales. Las imposiciones morales características de periodo acabarán con lugares como la Rosaleda o la Fuente de Neptuno, debido a ser frecuentadas por parejas de jóvenes en actitudes “demasiado efusivas” para la época.

A lo largo de los años 50 y 60, el Campo empezará a acoger a distintos animales, como la entrañable pareja de osos, Petra y Perico, así como un grupo de ciervos y una jaula de cristal para albergar pájaros, entre otros animales; hoy reducidos a ardillas, pavos reales, patos y cisnes.

Campo S Fco (osa)

A finales de siglo se reconvierte la antigua guardería “La Granja”, construida tras la guerra Civil, en biblioteca municipal. Ya en periodo se acondicionan los paseos, se construyen bustos y estatuas que terminarán de confeccionar aquel bosque visitado por San Francisco de Asís en actual parque urbano.

Campo S Fco, aérea
Campo de San Francisco en la actualidad (google.es/maps)

Muñoz Degrain

Para comenzar a bucear en la calle Muñoz Degrain debemos remontarnos a comienzos del siglo XX… el Ayuntamiento de Oviedo pretende expandir la ciudad por el SO con la realización de una nuevo vial que partiendo de San Lázaro se prolongará hasta la Argañosa. Dentro de este nuevo proyecto se enmarcan los orígenes de esta calle, en concreto, el tramo que discurre entre San Lázaro y González Besada. No obstante, habrá que esperar hasta 1925 para ver el trazado actual de la misma, pues en su inauguración sólo abarcaba el tramo comprendido entre González Besada y Sacramento, finalizando en el solar del desaparecido convento de las Carmelitas.

Carmelitas, Muñoz Degrain, 1880
Convento de las Carmelitas hacia 1880
Muñoz Degrain
Calle Muñoz Degrain (arquitecturadeoviedo.blogspot.com.es)

Ahora bien, ¿por qué Muñoz Degrain?, es más, ¿quién es Muñoz Degrain?

Antonio Muñoz Degrain (Valencia, 1841 – Málaga, 1924) pasará a la Historia como excepcional pintor, siendo uno de los mejores paisajistas de su época. Entre su prolífica obra cabe destacar “Los Amantes de Teruel”, “Isabel la Católica cediendo sus joyas para la empresa de Colón” u “Otelo y Desdémona”. Pero por encima de todas ellas, para la historia que nos atañe, se encuentra la que representa la muerte heroica del  Cabo Noval en una noche africana.

Antonio Muñoz Degrain
Antonio Muñoz Degrain

¿Cómo explicarnos si no la elección de un pintor tan poco vinculado a la ciudad?

De esta manera llegamos al 27 de enero de 1911, fecha en que el Ayuntamiento de Oviedo decide corresponder a su homólogo valenciano que había erigido un monumento al ovetense Cabo Noval en la ciudad del Turia. Así, en una especie de ojo por ojo, se otorga el nombre de una calle al ilustre pintor valenciano.

 

Muñoz Degrain con Glez Besada
Cruce de las calles Muñoz Degrain y González Besada (facebook.com/T-Oviedo)

Carpio

A continuación nos disponemos a bucear por la calle del Carpio, cuyo nombre es el más antiguo de cuantos aún se utilizan para denominar las calles de Oviedo, ¿no está mal para empezar, verdad?

La referencia más antigua la encontramos allá por el siglo XII, en concreto, un 19 de marzo de 1197, cuando una escritura señala lo siguiente: “Pedro Paraias, canónigo de Oviedo, da a Geloria Iohannes, su sirviente, una casa en el Carpio, de Oviedo”. A partir de ésta época las referencias a esta calle son numerosas, llegando un constituir su propio barrio, un arrabal situado al sur de la muralla mandada construir por Alfonso X en el siglo XIII, entre Cimadevilla y Postigo. La pertenencia del Carpio a la feligresía de San Isidoro (ubicada en la actual plaza del Paraguas) nos señala la actividad comercial y artesanal propia del barrio, pues ésta parroquia se constituyó como auténtica iglesia-mercado del Oviedo medieval.

Ahora bien, la etimología del Carpio es confusa. Su nombre pudiera tener relación con el término griego karpóo (desecar), pues este lugar se dedicó en tiempos antiguos a la desecación de frutos.

Aunque poco verosímil, existe la creencia de que en este calle se crio el legendario vencedor de Roncesvalles (donde Carlomagno sale derrotado en el año 808), Bernardo del Carpio, hijo del Conde de Saldaña y de doña Jimena, hermana de Alfonso II el Casto.

No se detiene aquí la lista de ilustres personajes asociado al Carpio. Doña Velasquida Giraldez, sin duda la famosa doña Balesquida (precursora de la disfrutada por todos los carbayones fiesta de la Balesquida o martes de campo) residió en esta calle junto a su marido en el siglo XIII.

Así mismo asociada a esta calle se encuentra la calleja del Carpio, una antigua continuación de la callejuela que comunica el Postigo con la calle Oscura (antiguamente calle Santo Domingo) que transcurre por detrás de la casa del Marqués de San Esteban, hoy Consejería de Educación y Cultura.

Carpio
Calle del Carpio (carmen-flordeloto.blogspot.com)

No obstante, hubo un tiempo en que el Carpio sufrió un breve cambio de nombre. A finales del siglo XIX, en 1897, por acuerdo municipal se sustituye el nombre por el de Guillermo Estrada; sin embargo, debido al deseo ciudadano, en 1937, el Ayuntamiento se dispuso a restablecer su antigua denominación. Aunque habrá que esperar a los años 60 para que ésta disposición se llevase a cabo, momento en que se utilizó Guillermo Estrada para una nueva calle surgida en Buenavista.

Y os preguntaréis, ¿por qué Guillermo Estrada? Pues bien, don Guillermo Estrada y Villaverde fue otro de los ilustres personajes relacionados con el Carpio, en este caso, por ser el lugar que le vio nacer un 23 de mayo de 1834. Catedrático y político, destinará toda su vida a la defensa de la causa carlista, pero ésta, ésta es otra historia.

Carpio acuarela
Acuarela de la calle del Carpio (Maximino Fernández)

Cabo Noval

Pocas veces una calle recibe su nombre incluso antes de que ésta sea construida, pero por inusual que resulte, así sucedieron los acontecimientos en Oviedo allá por el año 1909.

En plena expansión de la ciudad a comienzos del siglo XX, se decide abrir una nueva calle, que deberá ser la expansión de Martínez Marina hasta Marqués de Santa Cruz. Así, antes de que comiencen las obras, un 8 de octubre de 1909, el Ayuntamiento de Oviedo decide que la futura calle habrá de recibir el nombre de Cabo Noval. Pero, ¿por qué? ¿Quién es el Cabo Noval? Es más ¿qué habría hecho para recibir tal honor?

Vecino de la localidad, Luis Noval y Ferrao nace un 15 de noviembre de 1887 en la calle Santa Susana. A sus 22 años, en 1909, se alista en el Regimiento de Infantería del Príncipe cuyo destino sería combatir en la guerra que por aquel entonces acontecía en Marruecos.

Luis cabo Nobal
Luis Noval y Ferrao

Pocas más noticias se tienen hasta que a comienzos de octubre el Coronel de dicho regimiento envía una carta al Cronista de Oviedo con el objetivo de que el pueblo ovetense conociera los detalles de su heroica muerte. La misma versaba lo siguiente:

“Se encontraba el cabo Luis Noval, a las 2:30 de la madrugada del día mencionado (28 de septiembre de 1909) recorriendo la línea de escuchas, y sin duda debido a la oscuridad de la noche, se alejó más de lo conveniente, en el momento en que fue atacado el campamento por nuestros enemigos; un grupo numeroso de los cuales condujo a dicha clase hasta cerca de la alambrada del reducto ocupado por la tercer compañía gritando: Alto el fuego que somos españoles, a cuyas voces el primer teniente D. Evaristo Álvarez, al distinguir al cabo Noval que llegó hasta las alambradas, mandó hacer alto el fuego, lo que oído por el cabo, gritó seguidamente: ¡Tirar, que vengo entre los moros! ¡Fuego! ¡Viva España! Roto el fuego, se rechazó al enemigo con grandes pérdidas, y hecha la descubierta al amanecer, se encontró el cadáver del heroico Noval, abrazado a su fusil, con la bayoneta calada teñida de sangre, y próximo al mismo un moro muerto, que entre otras heridas de arma de fuego, tenía atravesado el pecho de un bayonetazo. A corta distancia había otro cadáver moro, que el enemigo no pudo retirar en su precipitada huida. Otros hechos distinguidos tuvieron lugar en esta jornada, en el brusco ataque al campamento ocupado por las tres compañías del primer batallón, y no alcanzando la importancia del relatado, merecen solamente los honores de figurar en la historia del Cuerpo, por cuya razón los omito. Al propio tiempo, tengo el gusto de participarle que en el regimiento se ha abierto una suscripción con el objeto de perpetuar la memoria de este heroico soldado, y si esa querida provincia estima que debe hacerse algo en favor del mismo, cuenten siempre con el que escribe y todos los jefes, oficiales e individuos de tropa a sus órdenes”.

Una vez tuvieron las autoridades municipales conocimiento de tales hechos, se publicó la carta íntegramente en El Correo de Asturias, y a partir de ese momento se organizaron diversos homenajes en toda España. Así es como los representantes municipales decidieron otorgarle una calle al heroico soldado y colocar una lápida conmemorativa en la casa que le vio nacer.

Llegamos así al mes de abril de 1910, el día 19 se celebraron solemnes exequias fúnebres en la Catedral de San Salvador y posteriormente una comitiva municipal encabezada por el alcalde se dirigió a descubrir la lápida de mármol en la casa familiar del cabo Noval, en el número 12 de la calle Santa Susana. Descubierta la lápida, la comitiva se dirigió calle del Rosal abajo hasta llegar al número 66, momento en que el alcalde dio orden de derribar las casas para abrir paso a la nueva calle del Cabo Noval.

Placa Cabo Noval
Placa conmemorativa en la calle Santa Susana
Cabo Noval-Principado 1928 (arq ovi)
Cruce de las calles Cabo Noval y Principado, 1928 (arquitecturadeoviedo.blogspot.com.es)
Cabo Noval-Marques de  Santa Cruz (Círculo de Comercio,1912 arq ovi)
Cruce de las calles Cabo Noval y Marqués de Santa Cruz, 1912 (arquitecturadeoviedo.blogspot.com.es)

González Besada

Ya a finales del siglo XIX comienza a pensarse en la prolongación de la calle Campomanes, en una nueva calle de la que partiría la carretera hacia Lena. Sin embargo, habrá que esperar hasta 1907, cuando el 14 de junio el Ayuntamiento apruebe el inicio de las obras de urbanización.

Tan sólo transcurrirá un año para verlas finalizadas, siendo un 20 de marzo de 1908 inaugurada con el nombre de González Besada.

Glz Besada 1936
Asilo de las Hermanitas de los pobres en la calle González Besada, 1937 (todocoleccion.net)

Ahora bien, ¿quién es González Besada?

Ya con anterioridad la corporación municipal había barajado este nombre para alguna denominación, como por ejemplo la pequeña plaza en que desemboca la calle San Juan. No obstante, el pleno ovetense acordó unánimemente rotular la nueva calle con el nombre del por aquel entonces ministro de Fomento, Augusto González Besada y Mein.

Augusto Glz Besda
Augusto González Besada y Mein

Nacido en 1866 en Tuy (Pontevedra), emprenderá una agitada vida política de la mano del partido Conservador en los primeros años del siglo XX, llegando a ocupar distintas carteras ministeriales y la presidencia del Congreso, entre otras instituciones. Poco después de su muerte en 1919, el rey Alfonso XIII, para honrar su memoria, creó el marquesado de González-Besada.

Estrecha fue su relación con Asturias, llegando a ser nombrado hijo adoptivo en agradecimiento al importante papel que jugó en la mejora de infraestructuras de la región, como los puertos de Villaviciosa, Ribadesella y Gijón, o su aportación en el proyecto de ferrocarriles estratégicos.

Suficientes méritos para rotular la nueva calle que abría el camino hacia Lena, ¿o no?

En el verano de 1930 se decide sustituir el nombre de González Besada por el de Alonso de Quintanilla (ovetense que en el siglo XV llegó a ser Contador Mayor del Reino y promotor de la Santa Hermandad), puesto que a su vez éste había sido sustituido por Alfredo Cañal en otra calle de la ciudad. Al parecer no se trató de un cambio debidamente consensuado, pues dos años después, a comienzos de 1932, el Ayuntamiento suprime el nombre de Alfredo Cañal, devolviendo a Alonso de Quintanilla y González Besada a sus respectivas calles. Sin embargo, tan sólo 8 meses después se decide nuevamente sustituir el nombre de la calle. El elegido, en esta ocasión, fue Pi i Margall, en honor al que fuera presidente de la primera República española en 1873.

Pero, aún no se habían acabado los cambios y modificaciones en esta calle. Será, finalmente, en 1937 cuando se decida restituir el primitivo nombre de González Besada.

González Besada
Cruce de las calles González Besada y Muñoz Degrain en la actualidad

General Elorza

Hoy nos disponemos a bucear por una de esas calles nacida para vertebrar una ciudad, para comunicar entre sí dos ejes de gran importancia para Oviedo.

En junio de 1885, el Ayuntamiento de la ciudad solicita al Ministerio de Fomento la construcción de una carretera que debería de enlazar la Estación del ferrocarril del Norte y la Fábrica de Armas de la Vega. Al poco tiempo se iniciarán las obras gracias a la gestión de Manuel Pedregal, político y jurista moscón.

General Elorza (t-oviedo)
Calle General Elorza a comienzos del siglo XX (t-oviedo.blogspot.com.es)

Pasados dos años se finalizan las obras y la corporación municipal debe otorgarle un nombre. Así, un 25 de mayo de 1887, por acuerdo municipal, se denominó Calle del General Elorza a la nueva vía que se abría en la ciudad.

Ahora bien, ¿por qué esa elección?

El General Elorza, de nombre Francisco Antonio Elorza y Aguirre, nace en Oñate (Guipúzcoa) en 1798. Como militar de artillería formó parte del movimiento liberal de 1820 encabezado por el coronel Rafael de Riego. Pero, tras la derrota de los constitucionalistas en 1823 a mano de “los Cien Mil hijos de San Luis”, se vio forzado al exilio; tiempo que aprovechó para estudiar ingeniería y metalurgia. Tras cinco años regresó a España, donde dirigió distintas fábricas particulares. Sus éxitos le llevaron a dirigir la Fábrica Nacional de Cañones de Trubia entre 1845 y 1867, tiempo que aprovechó para reorganizarla llegando a darle fama europea. Asimismo, encabezó una remodelación de la Fábrica de Armas portátiles de Oviedo encaminada a una mejor y especializada formación de sus obreros. Pocos años después de abandonar Asturias, en 1873 moría en Madrid habiendo alcanzado una exitosa carrera militar.

Francisco Antonio Elorza y Aguirre (General Elorza)
Francisco Antonio Elorza y Aguirre

Por tanto, entendemos ahora mejor porque la nueva vía que debía comunicar la Fábrica de Armas con la Estación de ferrocarril lleva el nombre de aquel dirigente que reorganizó su estructura y fomentó la riqueza de la misma.

Gral Elorza y autopista, 1976
Intersección de la calle Gral. Elorza con la «Y» en 1976 (t-oviedo.blogspot.com.es)

No obstante, en 1909 el extremo occidental de esta vía se denominó Avenida de Santander, pasando la calle a tener las proporciones actuales. Durante mucho tiempo, hasta bien entrado el siglo XX, se la conocerá como Carretera Nueva.

General Elorza, hoy
Calle General Elorza en la actualidad

Alonso de Quintanilla

Hoy pretendemos descubrir una de esas calles más importantes por su nomenclatura que por su trazado o importancia. A un costado del Teatro Campoamor y del primitivo Convento de Santa Clara, delimitada por las calles de Pelayo y Caveda, se extiende hoy en día la calle de Alonso de Quintanilla.

Exceptuando los monarcas asturianos, con mención especial a Alfonso II, pocos personajes históricos ha visto nacer la capital asturiana de la importancia de Alonso de Quintanilla. Nacido en 1420 en Caxigal, parroquia de San Esteban de las Cruces, llegará a manejar los hilos de la corona castellana en uno de los períodos más importantes para el porvenir del Reino. A lo largo de todo el siglo XV estará a las órdenes de los monarcas castellanos, quienes irán incrementando la confianza en el ovetense hasta alcanzar su punto más álgido con los Reyes Católicos, a cuyo servicio ejerció de Contador Mayor del Reino. Cargo sobradamente merecido gracias al decisivo papel que tuvo en el enlace entre Isabel y Fernando y en la posterior guerra civil entre Isabel y Juana “la Beltraneja”. Pasará a la historia por ser unos de los principales promotores de la Santa Hermandad y, especialmente, por ser el mayor protector de Cristóbal Colón, jugando un papel decisivo en el descubrimiento del Nuevo Mundo.

Alonso de Quintanilla ante Isabel I (Manuel Quintanilla, panoramio.com)
Escultura de Alonso de Quintanilla ante Isabel la Católica (panoramio.com/Manuel Quintanilla)

No obstante, nunca olvidó sus raíces. A él se deben numerosas concesiones a la iglesia y al municipio ovetense. Pero si por algo se unirá su memoria a la de Oviedo será por la protección que su familia prestó al Convento de Santa Clara (hoy Delegación de Hacienda), llegando a ser el lugar elegido por sus padres para su sepultura.

Convento de Sta Clara 1712 (igrabados.com, Parcerisa F.J. Litografía)
Convento de Santa Clara, 1712 (litografía de Parcerisa, F.J.)

Pasará sus últimos días en Medina del Campo, donde murió en 1500 dejando una profunda huella que la corporación ovetense sólo ha sabido recompensar con una lápida conmemorativa en la iglesia de San Esteban de las Cruces, donde había sido bautizado.

Los orígenes de la calle se remontan a la segunda mitad del siglo XIX. La desamortización de 1845 acabará con la vida religiosa del Convento de Santa Clara; sus huertos serán derribados para dar paso a nuevas calles que irán configurando la expansión de Oviedo, entre ellas, la que nos ocupa. El Ayuntamiento acordó en 1887 denominar a la calle que entonces se extendía entre la de Covadonga y 19 de julio con el nombre del ilustre ovetense, sin duda, por la relación existente entre éste y el convento que delimita la calle. Será en 1931 cuando, haciendo desaparecer la plazuela de los Vizcaínos, se ampliará hasta la calle Caveda y, posteriormente, alcanzará sus límites actuales enlazando con la de Pelayo.

Alonso de Quint y Convento de Sta Clara (portada barroca)
Portada barroca del antiguo convento de Santa Clara junto a la calle Alonso de Quintanilla en la actualidad

Sin embargo, pos caprichos de la historia, en 1930 se acordó dar una nueva denominación a la calle, la de Alfredo Cañal, asturiano que presidió el Casino Español de La Habana, pasando entonces Alonso de Quintanilla a rotular la calle de González Besada. Poco duraron estos cambios, pues dos años después ambas calles recuperaron sus nombres originales que aún hoy en día conservan.

Campomanes

Hoy os proponemos retroceder al siglo XIX para imaginarnos una calle distinta a la que todos conocemos hoy en día, una calle que desde su apertura ha conservado su nombre pero que, por el contrario, poco queda de su vitalidad, elegancia y señorío. Nace en la antigua Puerta Nueva, en donde se cruzan el Campillín, la Magdalena y Arzobispo Guisasola, para terminar en la plaza de San Miguel. Nos referimos a la calle Campomanes.

Calle Campomanes, 1939 (micasaesmimundo.blogspot.com.es)
Calle Campomanes hacia 1939 (micasaesmimundo.blogspot.com.es)

A mediados del siglo XIX tendrán lugar los primeros ensanches de la ciudad, el Oviedo redondo ya se encontraba sobrepasado por todos sus puntos y la creciente clase burguesa demandaba unos espacios propios en la urbe. Así, la antigua calleja de la Lana, un paraje sucio en las proximidades del Prado Picón, se verá transformada en 1858 en una nueva calle que deberá comunicar las carreteras de Castilla y Galicia.

Calle Campomanes con Pz S Miguel, 1870 (arquitecturadeoviedo.blogspot.com.es)
Calle Campomanes desde la plaza San Miguel (arquitecturadeoviedo.blogspot.com.es)
Calle Campomanes con Leopoldo Alas, 1880-1975 (arquitecturadeoviedo,blogspot.com.es)
Calle Campomanes desde el Campillín (arquitecturadeoviedo.blogspot.com.es)

Al poco de abrirse, en 1861, recibirá el nombre de Campomanes, en honor a don Pedro Rodríguez y Pérez, Conde de Campomanes. Conocido por todos, el gran ilustrado nació en Santa Eulalia de Sorrobia, Tineo, allá por 1723; será bajo el reinado de Carlos III cuando asuma los cargos de Fiscal y Gobernador de Castilla, cargos desde los cuales promoverá las Sociedades Económicas de Amigos del País, entre una lista innumerable de medidas destinadas al progreso de la nación, cómo por ejemplo la apertura de la carretera entre Asturias y Castilla. Hasta su muerte en 1802, pertenecerá a casi todas las corporaciones científicas y literarias de su tiempo, no sólo de España sino también de Francia e incluso de los recién nacidos Estados Unidos.

Pedro Rodgz de Campomanes
Pedro Rodríguez y Pérez, Conde de Campomanes

Nos encontramos, por tanto, junto con la calle de Santa Susana, ante la primera calle de Oviedo construida como ensanche de la ciudad y destinada a la vivienda de la clase burguesa, motivo por el cual será desde un principio una de las calles con mayor vitalidad de la ciudad. Desde aquí salían “coches” hacia casi todos los puntos de Asturias, siendo lugar de llegada, pero también de paseo de los carbayones que acogieron con agrado esta nueva y elegante calle. Hasta bien entrado el siglo XX competirá con la calle de Cimadevilla como lugar predilecto de los ovetenses, aunque finalmente ambas acabarán cediendo ante la pujanza de la calle Uría.

El paso de los años y el derribo incomprensible de muchos de sus edificios han ido transformando esta calle hasta convertirla en una más del entramado urbanístico de Oviedo.

Calle Campomanes, hoy (arquitecturadeoviedo.blogspot.com.es)
Calle Campomanes en la actualidad

9 de mayo

A primera hora de la mañana del 9 de mayo de 1808 llegaban unos correos procedentes de Madrid a la administración de Oviedo. Nada hacía sospechar que aquella jornada pasaría a la historia de la ciudad y de sus vecinos.

Como era costumbre, ante la Administración de Correos, ubicada en la actual plaza de la Catedral, muchos curiosos aguardaban a la lectura de las noticias que se recibían. Ese día las noticias no podían ser más trágicas. Al escuchar los hechos acontecidos en Madrid el 2 de mayo la indignación y la rabia se fue apoderando de los allí reunidos, cuyo número no paraba de crecer al ir corriéndose el rumor en la ciudad. El sacrificio y la muerte de tantos y tantos valientes, entre los que se encontraban no pocos asturianos, incendiaron el ambiente ante la incredulidad de los vecinos. La irritación creció al conocerse que entre el correo se encontraba el bando (edicto oficial) que Murat, lugarteniente de Napoleón en España, había enviado a todos los rincones del país. Un decreto sanguinario que condenada y castigaba duramente el heroísmo de muchos valientes.

No muy lejos, desde la fuente de Cimadevilla (entre las actuales calles Cimadevilla – Altamirano – Rúa – San Antonio) sonaba un redoble de tambor. Los oficiales de la Audiencia se disponían a leer el odiado bando, pero el pueblo se negaba, nadie quería que se promulgase. Entre el gentío, excitado, enfurecido, se escuchó un grito: ¡que no se publique! Muchos lo secundaron. Otros gritaron: ¡a las armas! Entonces alguien rompió el tambor, los oficiales comenzaron a ser insultados, zarandeados, agredidos. Tuvieron que huir como pudieron y refugiarse a pocos pasos de allí, en la Audiencia.

placas 1808
Placas conmemorativas del 1º y 2º centenario del 9 de mayo de 1808 en el cruce de las calles Cimadevilla y Altamirano

Desde la Audiencia, situada en el número 1 de la calle Cimadevilla, frente a la calleja de los Huevos, llamaron al obispo para que tratase por todos los medios de mediar y calmar a la muchedumbre. Mandaba al orden desde el balcón pero nadie le hacía caso, ¡el bando no se podía publicar!

La calle estaba abarrotada, se sumaron los estudiantes y los vizcaínos (trabajadores de la Fábrica de Armas) que se habían apoderado de fusiles que se guardaban en la Casa de Armas en el Fontán (el actual Palacio del Duque del Parque).

Mientras los oficiales permanecían en el interior de la Audiencia, los vecinos derriban la puerta y acceden al interior. El ambiente estaba a punto de estallar. Entre fuertes discusiones y empujones el pueblo reclamaba el bando. Fue entonces cuando uno de los vecinos vio al secretario de la Audiencia con unos papales, sin dudarlo se hizo con ellos y comprobó que era el bando de Murat. Tenía el preciado botín, lo enseño al aire, todos le aclamaban.

Triunfantes salieron a la calle, entre vítores y gritos: ¡muera Murat! ¡Muera Francia! ¡Viva el rey Fernando VII! Se encaminaron hacia el Campo de San Francisco, donde quemaron el odiado bando y se llamó a la Junta General del Principado para que se reuniera. En ella depositó el pueblo sus esperanzas. Sabía que poco podía esperar de los miembros de la Audiencia, cuya fama de afrancesados les precedía.

A las 5 de la tarde se reunió la Junta en la sala capitular de la Catedral, como venía siendo costumbre. No se recuerda una asamblea más concurrida, el claustro de la Catedral, la Corrada del Obispo… no cabía un alfiler. Inflamada por los ánimos, por la reacción de los vecinos, la Junta no les defraudó. Acompañaría y guiaría al pueblo en contra de Francia. Ésta, presidida por Joaquín de Navia Osorio, marqués de Santa Cruz de Marcenado, decidió desobedecer las órdenes de Murat al tiempo que preparaba una comisión para organizar una defensa, para preparar una guerra.

Joaquín Navia Osorio y Miranda, marqués de Santa Cruz de Marcenado (tallereediciones.com)
Joaquín Navia Osorio y Miranda, marqués de Santa Cruz de Marcenado (tallerediciones.com)

Los vecinos aguardaban expectantes; al conocer los acuerdos allí tomados un aire de patriotismo y libertad invadió en ambiente. Todos exclamaron ¡viva el rey! ¡Viva la religión! ¡Viva Asturias! ¡A las armas! ¡Fuera los franceses! Entusiasmados, satisfechos, orgullosos de la jornada que habían protagonizado, los vecinos de Oviedo se retiraron a sus casas a última hora de aquel histórico día 9.

Muchos acontecimientos estarían por llegar en fechas próximas, una guerra se aproximaba y pueblo, representado por la Junta General, la aceptaba con valentía.

Pasaron los años, pero aquella jornada no sería olvidada con facilidad como bien describió Fermín Canella en su Libro de Oviedo.

Para conmemorar fecha tan señalada, el ayuntamiento de la ciudad decidió el 28 de mayo de 1887 “…que la calle que va de San Bernabé al Río de San Pedro se llame calle del 9 de mayo, en memoria del levantamiento de esta ciudad y provincia contra Napoleón en 1808…”.

Así nació ésta calle, cuyo origen se encuentra en uno de los caminos que desde la capilla de San Bernabé (actual cruce de las calle Caveda – San Bernabé) se dirigía hacia el río de San Pedro.

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Calle 9 de mayo en la parte superior del desaparecido convento de las Salesas (arquitecturadeoviedo.blogspot.com.es)
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Cruce de la calle 9 de mayo con San Bernabé en la actualidad (nestoria.es)

Calle Mon

Hoy quiero acercaros a una de las calles más importantes y populares del Oviedo medieval, debido a su situación, orientación y actividad industrial que marcará su día a día e, incluso, su denominación. Estamos hablando de la conocida a lo largo de la historia como calle de la Ferrería o de la Herrería y actualmente como calle Mon.

Ya desde principios del siglo XIII comienza a aparecer el nombre de la antiquísima calle de la Ferrería en los documentos municipales, indudablemente, a causa de su importancia en el complejo industrial de la ciudad. Tal y como refleja su nombre, éste sería el lugar en el que se situaron las ferrerías del Oviedo medieval; concretamente en el lado de la calle que limita con Trascorrales, cuyo origen no es otro que servir de depósito de los residuos industriales procedentes de estas fraguas, de sus “escoriales”.

Ubicada en el barrio mercantil, en uno de los ejes norte-sur de la ciudad medieval, la calle discurre paralela al eje principal, el representado por la calles Cimadevilla – Rúa – San Juan. Los Cuatro Cantones, como se conoce al cruce de las actuales calles Santa Ana, San Antonio y Canóniga, marcaba su inicio; mientras que la puerta o arco de la Soledad, en la confluencia de las calles Postigo Alto, Oscura y Sol, a los pies de la muralla medieval, su final.

Calle Mon en Plano Reiter 1777
Localización de la calle de la Ferrería en el plano de Francisco Reiter, 1777

El devastador incendio que asoló la ciudad en la navidad de 1521 afectó mucho a esta calle. En un primer momento se pensó que el fuego pudo ser provocado por alguna de las ferrerías que aquí se encontraban. Sin embargo, pese a demostrarse lo contrario, supuso el principio del fin de la actividad industrial de la calle, empezando al poco tiempo a trasladarse las fraguas fuera del recinto amurallado, hacia el Campillín.

Pero no sólo de fraguas se nutría la calle. Hasta 1809, cuando fueron desamortizados, existieron dos hospitales en esta calle: el de San Julián, ubicado en el actual número 13, y el de Santa Basilia, cuya localización no es exacta. Durante este siglo XIX también se derribaron la conocida irónicamente como “Casa de los Linajes”, debido a los desamparados que la habitaban, situada en el número 3; y la Iglesia de San Lorenzo, situada en el número 8, en el cruce con la actual calle Máximo y Fromestano, que parece ser, según la leyenda, la citada como morada de templarios por Jovellanos.

Pero, ¿por qué cambiar el nombre a una calle con tanta raigambre?

En honor a Don Alejandro Mon y Menéndez, hoy en día todos conocemos la antigua Ferrería como calle Mon.

Alejandro Mon
Alejandro Mon y Menéndez (asturianosilustres.wikispaces.com)

Nacido en esta calle, en el número 20, un 26 de febrero de 1801. Estudió en la Universidad de Oviedo, donde formará parte del “batallón de literarios” cuando los estudiantes secunden el pronunciamiento de Riego en favor de la Constitución de Cádiz; motivo por el que tendrá que huir posteriormente tras la reacción absolutista. Con el paso del tiempo, muerto Fernando VII, se convertirá en un político de primer orden a nivel nacional; llegando a ser Presidente del Congreso, Ministro de Hacienda o embajador. Además, entre otras importantes distinciones, recibió en 1875 el Toisón de Oro.

Pasará a la historia como una de las figuras más importantes de la Hacienda española del siglo XIX, racionalizando y modernizando una economía hasta entonces arcaica.

Fallecerá en el mismo número 20 de la calle de la Ferrería, en su casa natal, un 1 de noviembre de 1882; siendo enterrado en el antiguo cementerio de San Cipriano, donde actualmente se ubica el Seminario de Oviedo.

Calle Mon placa
Placa conmemorativa

No pasará ni una semana desde su muerte cuando, por acuerdo municipal, se decida renombrar a la antigua Ferrería como calle Mon, en honor al ilustre político nacido y fallecido en esta calle. Además, la corporación municipal encargará a la Fábrica de Armas de Trubia su busto en bronce que hoy puede contemplarse en el Ayuntamiento.

Durante mucho tiempo la calle seguirá conociéndose por su antiguo nombre, motivo por el cual el Ayuntamiento propondrá en 1937 restablecer su denominación original. Sin embargo, la medida nunca se hará efectiva, los rótulos nunca se cambiarán y sólo el paso del tiempo ha hecho posible que ya nadie, o casi nadie, se acuerde de las medievales ferrerías.

Calle Mon juli2
Calle Mon en la actualidad (Julián Rus)