Oveto

Seguimos nuestro camino y, en esta ocasión, vamos a detenernos en los orígenes de Oviedo.

Antes de entrar en materia, ¿Conocemos el origen del nombre de Oviedo? Muchas son las teorías y opiniones acerca de la etimología del propio nombre, sin duda, ninguna de probada certeza, pero desde aquí nos proponemos ofrecerles una.

Siguiendo las teorías de Sánchez Calvo, la respuesta al origen del nombre de Oviedo se encuentra en el euskera. Y, ¿por qué no? Remontémonos al siglo VIII, en el año 781 el Pacto monástico de San Vicente (Monasterio de San Vicente, actual Museo Arqueológico) recoge la fundación de dicho monasterio en el año 761 por los presbíteros Máximo y Fromestano, quiénes señalan como Oveto el lugar elegido.

Placa Ovetao
Inscripción conmemorativa bajo el Arco de San Vicente

Ahora bien, si analizamos la situación en esta época, Fruela I acaba de heredar el trono de su padre Alfonso I; la inestabilidad marca los primeros años de su reinado y para apaciguar los ánimos en tierras vascas decide contraer matrimonio con Doña Munia, una noble alavesa. Poco después, comenzará la construcción de la iglesia de San Salvador en el lugar elegido por Máximo y Fromestano y, según la tradición, será éste el lugar en que resida su esposa Munia, alejada de presiones propias de la Corte.

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Retrato imaginario de Fruela I, de Bernardino Montañés

Por otra parte, en euskera encontramos la palabra Oveta, cuyo significado es sitio altiplano.

Blanco y en botella os preguntaréis. ¿Puede tener el nombre de Oviedo su origen en una noble alavesa? La respuesta es libre. No obstante, los hechos son indiscutibles. Fruela I promueve la fundación de Oviedo para acoger a su esposa de origen de vasco y, casualidad o no, existe una palabra en euskera que designa perfectamente el relieve de nuestra ciudad.

¿Tiene lógica? Yo creo que sí.

Sin embargo, lo único realmente cierto es que ninguna de las teorías acerca del origen etimológico de Oviedo es probadamente cierta; lo cual no nos impide bucear entre ellas y tratar de encontrar su fundamento.

Ordenanzas municipales del siglo XVI

Hoy me dispongo a compartir con vosotros algunas de las ordenanzas municipales establecidas a comienzos del siglo XVI, recogidas en el magnífico estudio del Oviedo medieval llevado a cabo por María Álvarez Fernández.  oviedofinesedadmedia

Como veréis no es de extrañar la limpieza de la ciudad, pues desde los tiempos del agua va ésta era ya una de las preocupaciones del concejo municipal, por no decir la mayor de ellas. Y es que por aquel entonces la limpieza y la higiene eran factores decisivos para el devenir de una comunidad.

De esta manera, he recogido una selección que muestra cómo se desarrollaba la vida cotidiana de la capital asturiana en los primeros años del siglo XVI.

  • Que ninguna persona vierta agua ni ninguna otra cosa desde las ventanas ni sobrados y si algo que sea honesto de verter quisieren verter, lo hagan por lo vaxo e non de arriba.
  • Que cada uno allane la calle ante su puerta y la tenga limpia, y que ninguno ensucie las calles.
  • Que todos los vecinos, cada uno ante su puerta, saquen todo el lodo y la tierra de las calles, por honra del Corpus, para que pase la procesión. Y que nadie sea osado de verter en las calles ninguna suciedad, ni agua. Que lo viertan fuera de la ciudad.
  • Que todos los vecinos y moradores salgan a la procesión de la Iglesia mayor el viernes próximo, día de San Lucas, a causa de la peste y que lleven candelas. Y cada uno limpie la calle, ante su puerta, y que de aquí adelante nadie ose verter agua ni cosa sucia a las calles, bajo pena de cien maravedíes y diez días de cárcel, y que toda persona a la que se pregunte sobre algún caso diga lo que sepa, porque de los malos olores se engendra la peste.
  • Castigar a los carniceros porque no tienen la calle limpia y la ensucian con suciedades y otras cosas.
  • Que cada uno limpie la calle de ante su puerta y saquen fuera la tierra, de manera que no quede en las calles, ni encima ni debajo, bajo la pena de la ordenanza, porque para las honrar de la reina han de estar limpias.
  • Que los carniceros no abran los vientres en las calles, que ningún carnicero ensucie las calles ni las plazas de la ciudad con el estiércol de las tripas de las carnes que matasen y vendiesen y que estén obligados a llevar las tripas donde las tuvieran que llevar.
  • Que todos y cada uno limpie la calle, delante de su puerta, de tal manera que ninguna cosa sucia ni tierra quede en ellas, ni en lo alto ni en lo bajo, en un plazo de tres días, y que desde ese día las mantengan limpias y no viertan ninguna cosa sucia, y que cada noche hagan fumadas en las calles con algunas hierbas olorosas.
  • Puesto que las calles públicas de la ciudad están muy sucias, a causa de que muchos se ponen en las calles a hacer sus necesidades, acordaron y mandaron pregonar que cada uno en su casa castigara a sus hijos y criados, de tal manera que ninguno ose hacer sus necesidades en las calles públicas de la ciudad, por donde caminan las gentes, bajo pena: que de la casa de donde viniese la suciedad y de los moradores principales de tal casa sea tomada una prenda de diez maravedíes. Además, porque de noche algunas personas hacen sus necesidades en las calles y no se puede reconocer, mandan a todos los vecinos de la ciudad que a la mañana siguiente, amaneciendo, hagan barrer sus puertas y limpiar las suciedades, cada uno ante su puerta, so pena de los dichos diez maravedíes a cada uno que no tuviera limpia su puerta y barrida cuando tocara la campana de prima de la Iglesia Mayor, y que el pregonero pueda prendar con las dichas penas la calle que encontrara sucia desde el toque de las campanas de prima. Además, que ninguno sea osado de echar ni de noche ni de día en las calles públicas, orinos podres, ni otra suciedad ni nada de mal olor, bajo pena de sesenta maravedíes, a pagar por el dueño de la casa donde estuviera la bacinada, o por su morador.
  • Que cada vecino de la ciudad limpie ante su puerta y lo que limpiase cada uno, lo eche a su suelo, de manera que la calle quede limpia, y donde hubiera muros peligrosos que sus dueños los bajen a su costa, o los mandarían bajar bajo pena de doscientos maravedíes, para el reparo de la ciudad.
  • Que se pregonen las calles del Rosal y las carnicerías que cada uno limpie delante de su puerta.
  • Que se limpien las calles y que el próximo miércoles, a la noche, hagan sus lumbres y hogueras y tambores de noche, en procesión, en la plaza, en la Magdalena y en la pedrera de la Ferrería.
  • Mandamiento para ir a las callejas de la mancebía y hacerlas limpiar y desocupar.
  • Que cada uno limpie la calle ante su puerta y que se pongan maderos atravesados en la calle del empedrado para que pasen los carros.

 

Cruz de los Ángeles

Símbolo de Oviedo por excelencia, la Cruz de los Ángeles fue donada por Alfonso II “el casto” a la Iglesia en año 808, con motivo de la consagración de la primitiva basílica de San Salvador, futura catedral.

Alfonso II
Alfonso II el Casto
estatua alfonso II
Estatura de Alfonso II junto a la Catedral de San Salvador

Es tal la perfección de esta cruz griega que ha surgido alrededor de ella toda una leyenda, la cual atribuye su creación a dos ángeles; de ahí su nombre. Al parecer, dos peregrinos se presentaron ante el monarca como orfebres y éste, deseoso de donar a San Salvador una cruz de oro y piedras preciosas, les entregó oro, joyas y una casa donde trabajar sin distracciones. Sin embargo, pasado el tiempo, el rey no volvió a tener noticias de aquellos dos peregrinos. Impacientado, temiendo  que en realidad fuesen ladrones, se dirigió a la casa donde debían estar trabajando. Al llegar, observó como un gran resplandor se filtraba por la puerta, en su interior se encontró con una gran cruz griega, peo no había nadie, los peregrinos habían desaparecido dejando atrás sus ropas. Ante tal visión, el rey casto pensó que aquella majestuosa cruz sólo podía haber sido obra de los ángeles; dos ángeles que se habían presentado ante él cómo peregrinos y que una vez finalizada su labor habían desaparecido.

Sin embargo, en realidad parece ser que aquellos dos peregrinos que se presentaron ante el monarca bien pudieran ser reputados orfebres de origen lombardo mandados a la capital del reino asturiano por Carlomagno, en virtud de las buenas relaciones entre el emperador y el monarca asturiano. Y es que, atendiendo a la técnica y tipología de la cruz podemos relacionarla con sus semejantes de la región lombarda, en el norte de Italia.

No obstante, sea de origen divino o lombardo, la Cruz de los Ángeles emerge como la primera gran obra de la orfebrería asturiana y cómo símbolo y emblema de la ciudad de Oviedo desde, al menos, el siglo XIII.

Cruz de los Ángeles
Cruz de los Ángeles

Campo San Francisco

Hoy en día, es muy habitual que las ciudades cuenten con un pulmón, con un espacio rodeado de asfalto y edificios que proporciona a la urbe el oxígeno necesario para continuar su día a día. Por ello, hoy nos disponemos a bucear en el Campo de San Francisco, en su origen y evolución a lo largo de más de 700 años.

Situado fuera de las murallas del Oviedo medieval, esta zona era un auténtico bosque alejado de la urbanización allá por el siglo XIII. Tal y como señala la tradición, éste sería el lugar elegido por San Francisco de Asís para hacer un descanso en su camino hacia Santiago, decidiendo establecer allí una pequeña ermita. Leyenda o no, lo cierto es que al poco tiempo, se instala en el lugar el convento de la Orden de frailes franciscanos, citado ya en la documentación del año 1243.

Convent S Fco (elblogdeacebedo.blogspot.com.es)
Antiguo convento de San Francisco (Enrique del Fresno)

Propiedad de los frailes, con el paso del tiempo, serán los ciudadanos quienes frecuenten el lugar con mayor y mayor asiduidad. De esta manera, en 1534, los franciscanos deciden ceder el bosque y prados de sus alrededores para uso y disfrute de la ciudadanía. Por aquellos tiempos, tenía una extensión mucho mayor de la actual, abarcando la actual calle Uría, la plaza de la Escandalera hasta la Magdalena del Campo (hoy calle Pelayo); por el norte se confundía con los terrenos de Llamaquique, y la actual calle del Marqués de Santa Cruz estaría destinada a zona privada y huerto del convento.

De entre las variadas actividades que acogía el Campo de San Francisco, me gustaría destacar una que tuvo lugar un 23 de enero de 1590. Según escribió Tirso de Avilés, unos 3000 hombres pertenecientes al Tercio de 24 Banderas llevaron a cabo un ensayo de una verdadera batalla, siendo todo un espectáculo para los ovetenses ver a aquellos arcabuceros, mosqueteros y piqueros combatiendo como si de una guerra se tratase.

Con esta cesión, se comienzan a abrir caminos y paseos que irán mermando la frondosidad del bosque. Sin embargo, propiedad de la Iglesia, ésta se opondrá a las tentativas especuladoras que ya desde el siglo XVIII tratarán de ir acabando con el bosque en favor del supuesto desarrollo de la ciudad.

Sin embargo, en 1845, a consecuencia de la desamortización de Mendizábal, la propiedad de éstos terrenos pasará a manos de las autoridades civiles. Con ello comenzarán una serié de transformaciones que acabarán con aquel frondoso bosque franciscano para crear un parque más acorde a la época y a las necesidades de sus ciudadanos. De esta manera, parte de éstos terrenos se convierten en Jardín Botánico, en manos de la Universidad de Oviedo.

Las nuevas necesidades urbanísticas irán recortando el Campo hasta que alcance su actual extensión. La apertura de las calles Santa Susana (1858), Uría (1874), Conde de Toreno (1886) y Marqués de Santa Cruz (1889) acabarán encerrando el pulmón ovetense ante la expansión de la ciudad. Dentro de éste terreno perdido por el Campo se encontraba el famoso roble denominado Carbayón, árbol que cedió a la calle Uría y que acabó siendo talado y subastado por 192 pesetas. Desde ese momento se le considera símbolo de la ciudad, de ahí el apodo de sus ciudadanos, conocidos como “carbayones”.

Carbayón Uría
Dibujo de el Carbayón

A partir de entonces, ya a finales del siglo XIX, el bosque dará lugar a un parque urbano, al estilo inglés tal y como marcaba la moda del momento. Es el momento en que se construye el quisco de la Música y se inauguran la Fuentona del Bombé y la Fuente de las Ranas; también por aquel entonces se construyó un lago artificial de unos 3000 m2, conocido como “el mar de Oviedo”, donde los carbayones podían disfrutar de paseos en barca rodeados de peces. Dentro de este lago se encontraba una isleta con un palomar, conocido como el tornillu, el cual, tiene el honor de inaugurar la iluminación eléctrica en Oviedo.

Fuentona Bombé
Fuentona del Bombé en la actualidad

En 1904 se produce el derribo del antiguo convento e iglesia de San Francisco, que habían dado origen al Campo, para la construcción del actual Palacio de la Diputación.

Campo S Fco - Uría
Campo San Francisco y calle Uría a comienzos del siglo XX

Desvinculado ya de sus orígenes, seguirán las transformaciones en el parque. A comienzos de siglo XX se decide instalar un pequeño Zoo e incluso un cine, el Cinematógrafo Fandiño del Paseo de los Álamos, instalado en 1908 cerca de la actual estatua de José Tartiere, que data de 1933. También a comienzos de siglo se construyó un original palomar, el “Tornillu”, obra de Ildefonso Sánchez del Río, famoso por construir la tribuna volada del Estadio de Buenavista, primera en España de esas características; en 1925 se trasladó el pórtico de la iglesia de San Isidoro desde la plaza del Paraguas hasta el lugar que ocupa actualmente en el parque.

Campo S Fco - palomar el Tornillu, 1930 (arquitecturadeoviedo.blogspot.com.es)
El tornillu, 1930 (arquitecturadeoviedo.blogspot.com.es)

En tiempos de la dictadura numerosos paseos adoptarán nombres vinculados al régimen que, lógicamente, en la actualidad sustituidos por sus originales. Las imposiciones morales características de periodo acabarán con lugares como la Rosaleda o la Fuente de Neptuno, debido a ser frecuentadas por parejas de jóvenes en actitudes “demasiado efusivas” para la época.

A lo largo de los años 50 y 60, el Campo empezará a acoger a distintos animales, como la entrañable pareja de osos, Petra y Perico, así como un grupo de ciervos y una jaula de cristal para albergar pájaros, entre otros animales; hoy reducidos a ardillas, pavos reales, patos y cisnes.

Campo S Fco (osa)

A finales de siglo se reconvierte la antigua guardería “La Granja”, construida tras la guerra Civil, en biblioteca municipal. Ya en periodo se acondicionan los paseos, se construyen bustos y estatuas que terminarán de confeccionar aquel bosque visitado por San Francisco de Asís en actual parque urbano.

Campo S Fco, aérea
Campo de San Francisco en la actualidad (google.es/maps)

El desarme

El 19 de octubre es una fecha muy señalada en el calendario gastronómico de Oviedo, un menú a base de garbanzos con bacalao y espinacas, callos y arroz con leche conforman el conocido como menú del Desarme.

Ahora bien, nuestro propósito no es hablaros de la rica y variada oferta gastronómica de Vetusta ni de su calendario festivo, sino bucear en el origen de sus acontecimientos. Por tanto, ¿cuál es su origen? ¿Por qué los carbayones celebramos el 19 de octubre?

Poco o nada tienen que ver los hechos ocurridos en la ciudad un 19 de octubre de 1836 con la gastronomía, fecha que conmemoramos aunque sin tener muy claro por qué.

Nos encontramos desde 1833 en plena guerra civil en España, posteriormente será conocida como la primera de las tres guerras carlistas que desangrarán el país y auparán a los militares al poder. Por un lado se encuentran los isabelinos, partidarios de Isabel II, entre los que se encuentra la ciudad de Oviedo, liberales que apoyarán a la hija de Fernando VII frente a las pretensiones de su hermano Carlos, cuya lucha será apoyada por los carlistas, partidarios del absolutismo y los fueros.

En este contexto, tropas carlistas se encuentran a las puertas de Oviedo al mando del general Sanz, quién tras ser repelido en su intento de tomar la ciudad desde el norte, escogerá esta vez la antigua Carretera de Castilla para su propósito; el cuál hubiera tenido unas consecuencias nefastas para Oviedo, dada la libertad de cuatro horas prometida a sus varios miles de soldados para saquear la ciudad. Por su parte, el coronel Pardiñas estará al mando de la defensa, contando con sólo un puñado de soldados pero con el apoyo del pueblo, que no dudará en sumarse la milicia y defender su ciudad.

Coronel Pardiñas
Coronel Pardiñas (es.wikipedia.org)

Desde primera hora de la mañana del 19 de octubre las tropas carlistas comienzan a aparecer a los pies de la ciudad, aproximándose desde San Esteban de las Cruces. Tras una mañana de tensa calma, con tiroteos y burlas entre uno y otro bando; decían los isabelinos: “ya viene Espartero por el Campillín matando a Cabrera y a Montemolín”. Si bien, respondían los carlistas: “ya viene Cabrera por los Arenales matando a Espartero y a los liberales”. Así llegará la tarde y con ella todo un verdadero combate con cruentos enfrentamientos en la zona de Santo Domingo, el Campillín y la Puerta Nueva que se prolongarán durante más de cinco horas, hasta que el general Sanz ordene la retirada de sus tropas hacia Siero.

puerta nueva
Santo Domingo, Oviedo (flickr.com/photos/la_lluna_mar)

Aquellos combates del 19 de octubre costaron la vida a no pocos defensores de la ciudad, cuyo heroísmo alcanzó de las Cortes el título de “benemérita” que ostenta la capital de Asturias. Desde entonces se cantaba en la ciudad: “en la puerta Nueva junto a los Mesones allí perecieron Canella y Quiñones, bravos campeones de la libertad”.

En conmemoración de su heroísmo, todos los años, en esta fecha, se celebraba un solemne funeral que tenía lugar en la iglesia de San Isidoro, en cuyo crucero existe un mausoleo con estas inscripciones: “Mortales restos de los nacionales D. Antonio Canella, Capitán de Granaderos. D. Pedro Aguirre, Gastador. D. Miguel Gana, Granadero. D. Francisco Quiñones, Nacional de Caballería”. “A las víctimas del 19 de Octubre de 1836, el Ayuntamiento Constitucional declara este monumento. Oviedo año de 1841”.

Al funeral asistía un batallón que formaban en la calle Jesús y varias veces durante la misa, hacía contra el muro de la iglesia las descargas de ordenanza, rindiendo así honores a los héroes y haciendo las delicias de los más pequeños.

Plano 1865
Plano de Oviedo en 1865 (skyscrapercity.com)

Sin embargo, desde 1879, acordó el Ayuntamiento suprimir los Dactos religiosos en el aniversario “descartándole del carácter religioso y haciéndole juramento cívico-humanitario…destinando el importe de la función de iglesia a la distribución de lotes entre los descendientes o parientes necesitados de las víctimas”.

Y, ahora bien, ¿qué tienen que ver estos acontecimientos con la festividad gastronómica que celebramos hoy?

Quizá, el origen de este menú esté relacionado con el desarme de voluntarios realistas un 1 de noviembre de 1833, los cuales fueron despojados de sus armas por los liberales tras ofrecerles una comilona en la antigua Plaza de la Fortaleza (ver Plaza Porlier); o quizá con el recibimiento de los vecinos de Lugo de Llanera un 6 de julio de 1856 a las tropas carlistas, las cuales fueron bienvenidas con un menú a base de garbanzos con espinacas y bacalao seguido de callos, para después ser literalmente desarmados.

¿Casualidad?

Una vez más, parece ser que los caprichos de la historia enlazan unos y otros hechos para terminar formando una nuevo, que poco a poco va calando entre la gente como verdadero; así, desde 1898, año en que el Ayuntamiento declara el 19 de octubre como día del Desarme, esta fecha será celebrada con un suculento menú, que como podéis ver poco o nada tiene que ver con aquellos enfrentamientos.

desarme

25 de mayo de 1808

Queremos continuar hoy narrando los acontecimientos de aquel mayo de 1808; unos hechos que harán pasar a la historia al pueblo y a la ciudad de Oviedo por su valentía y patriotismo.

Así, como ya hemos visto en la entrada anterior, ese 9 de mayo concluía con un sabor a victoria, con los ánimos exaltados y la conciencia tranquila, sabedores del trabajo bien hecho. Sin embargo, ese trabajo no había hecho otra cosa que comenzar y largas y duras jornadas se aproximaban.

Los miembros de la Audiencia, protegidos de Godoy y partidarios de las tropas francesas al servicio de Napoleón, se apresuraron a comunicar a Madrid todo y cuanto había sucedido en las calles de Oviedo la gloriosa jornada del 9 de mayo. Los acuerdos alcanzados por la Junta y el levantamiento popular no tardarían en ser contestados desde el afrancesado e ineficaz gobierno establecido en la capital de España.

Pocos días después, al conocerse los acontecimientos, desde Madrid se enviaron severas órdenes que, en vano, fueron publicadas por la Audiencia ovetense el 13 de mayo; a la vez que se enviaba al coronel La Llave para hacerse cargo de la situación y presidir la Audiencia. Su intención era que la Junta revocase los acuerdos alcanzados, pero estas noticias solo consiguieron irritar aún más los ánimos y las hostilidades hacia los afrancesados. El clima de odio y rencor aumentó al conocerse, abriendo un pliego oficial sin consentimiento de los funcionarios, que entre las ordenanzas enviadas se encontraba una lista de más de 50 personas que participaron en los sucesos del día 9, corriendo el rumor como la pólvora que iban a ser fusilados.

Por su parte, los vecinos de Oviedo ya venían reuniéndose clandestinamente en el Colegio de San José, en la casa de Llano Ponte. Todos ellos, resueltos y decididos a una lucha que veían como única salida para conservar su libertad, acordaron un llamamiento y pronunciamiento popular para el día 24 de mayo. Lograron, además, reunir una suma importante de dinero gracias a las donaciones de los vecinos para mantener al improvisado ejército que se estaba poco a poco reclutando entre el pueblo de Oviedo y los alrededores.

Milicia Provincial de Oviedo (1808) (sietemerindades.blogspot.com.es)
Milicia provincial de Oviedo, 1808 (sietemerindades.blogspot.com.es)

Llegamos así al mencionado día 24. A lo largo de la jornada las autoridades enviadas desde Madrid tomaban posesión y asumían el control de la Audiencia, situada en el actual número 1 de la calle Cimadevilla. Mientras tanto, un grupo de vecinos se escondían en las casas de Trascorrales, muy cerca de la Audiencia. ¡Una larga noche estaba por delante!

Al anochecer, más de 3.000 vecinos de las cercanías de Oviedo se encontraban esperando a las afueras de la ciudad, en el Campo San Francisco y en Santo Domingo, todos armados, esperando su momento. Esa noche se venía organizando desde días atrás… ¡todo estaba preparado! Dentro de la ciudad, diferentes grupos habían ido ocupando todos los campanarios de las iglesias ovetenses. ¡Nada podía fallar!

Poco antes de la media noche, los vecinos escondidos en Trascorrales comenzaron a salir cautelosamente, de dos en dos, pasando sigilosamente por la calleja de los Huevos que va a dar frente a la Audiencia. Al llegar, con arrojo y valor, sorprendieron a los centinelas y se apoderaron de la guardia. Entraron y consiguieron llegar hasta el coronel La Llave. Se acercaba la media noche y tras un fuerte y violento diálogo consiguieron que el coronel saliese al balcón.

Antigua Audiencia desde Calleja de los Huevos
Lugar ocupado por la Audiencia en 1808, desde la calleja de los Huevos en la actualidad

Ya eran las 12 de la noche, la hora convenida. Tal y como estaba preparado, desde el balcón uno de los vecinos disparó al aire su pistola, le siguieron disparos de cohetes desde diferentes sitios de la ciudad e, inmediatamente, comenzaron a replicar todas y cada una de las campanas de Oviedo y las parroquias vecinas, comenzando por la Catedral. Era la señal, comenzaba así el alzamiento popular tan cuidadosamente preparado. Todo el pueblo salió a la calle, armados con lo que podían. El inmenso gentío apostado a las afueras, esos más de 3.000 milicianos reunidos para la causa, comenzaron a entrar en la ciudad; sólo tenían una consigna, no verter ni una gota de sangre ni causar graves molestias. El grupo principal entró desde el Campo San Francisco, encaminándose por la Picota y Pozos para dirigirse a la Casa de Armas, en el Fontán, donde se apoderaron del armamento.
Mientras tanto, desde el balcón de la Audiencia, el coronel La Llave podía comprobar en primera persona el alcance de la revolución popular, por lo que ordenó una reunión de la Junta para el día siguiente.

Así, en la mañana del 25 de mayo de 1808 se reúne la Junta General del Principado de Asturias, en la Sala Capitular de la Catedral. Presidida por Joaquín Navia Osorio, marqués de Santa Cruz de Marcenado, declarará solemnemente la guerra a Napoleón. Asturias se convertía entonces en la primera provincia que declaraba la guerra a los franceses. Además se tomaron toda una serie de acuerdos, como enviar delegaciones de la decisión aquí tomada a las provincias, alentándolas a seguir sus pasos, o formar un ejército defensor. Asimismo, se decidió enviar una embajada a Inglaterra, quién respondió enviando una generosa ayuda ante el asombro de la noticia del levantamiento asturiano.

Sala capitular de la Catedral (el.tesorodeoviedo.es)
Sala Capitular de la Catedral de Oviedo (el.tesorodeoviedo.es)

A lo largo del día fueron llegando a la ciudad batallones del ejército enviados desde Madrid; sin embargo, al conocer los sucesos decidieron sumarse al levantamiento desobedeciendo las órdenes de sus superiores… ¡la guerra había comenzado! El coronel La Llave, junto con esos superiores de los batallones, fueron encarcelados en la cárcel-fortaleza de la ciudad, ubicada en la Plaza Porlier. No obstante, la Junta, en un acto de generosidad, decide perdonarles.
El ambiente en Oviedo, repleto de vecinos, milicianos y miembros de los batallones, abarrotaba la ciudad, un clima de exaltación llenaba las calles. Ante esta situación, la Junta decide trasladar a los presos a Gijón. Pero el pueblo, al verles salir y al grito de ¡qué se marchan los traidores!, consigue hacerse con el coronel y los superiores de los batallones. Son conducidos al Campo San Francisco, donde los reúnen con miembros de la Audiencia que se opusieron al pueblo. Allí estaban todos esos afrancesados, atados en árboles frente a una muchedumbre que clamaba justicia. Sólo la mediación de un grupo de frailes del cercano convento logró calmar los ánimos decidiendo el gentío perdonarles por misericordia.

Conmemoración 25mayo (nodulo.org)
Recreación del 25 de mayo de 1808 en su 2º centenario (nodulo.org)

Y así tocaba a su fin aquel histórico 25 de mayo. Un nuevo panorama se aproximaba, la guerra llegaría hasta la puerta de sus casas, pero el ambiente que se respiraba no podía ser más positivo.

Placa 2 cent 25mayo (www.nodulo.org)
Placa conmemorativa del 25 de mayo de 1808 por su 2º centenario ubicada en la Catedral de Oviedo (nodulo.org)

9 de mayo

A primera hora de la mañana del 9 de mayo de 1808 llegaban unos correos procedentes de Madrid a la administración de Oviedo. Nada hacía sospechar que aquella jornada pasaría a la historia de la ciudad y de sus vecinos.

Como era costumbre, ante la Administración de Correos, ubicada en la actual plaza de la Catedral, muchos curiosos aguardaban a la lectura de las noticias que se recibían. Ese día las noticias no podían ser más trágicas. Al escuchar los hechos acontecidos en Madrid el 2 de mayo la indignación y la rabia se fue apoderando de los allí reunidos, cuyo número no paraba de crecer al ir corriéndose el rumor en la ciudad. El sacrificio y la muerte de tantos y tantos valientes, entre los que se encontraban no pocos asturianos, incendiaron el ambiente ante la incredulidad de los vecinos. La irritación creció al conocerse que entre el correo se encontraba el bando (edicto oficial) que Murat, lugarteniente de Napoleón en España, había enviado a todos los rincones del país. Un decreto sanguinario que condenada y castigaba duramente el heroísmo de muchos valientes.

No muy lejos, desde la fuente de Cimadevilla (entre las actuales calles Cimadevilla – Altamirano – Rúa – San Antonio) sonaba un redoble de tambor. Los oficiales de la Audiencia se disponían a leer el odiado bando, pero el pueblo se negaba, nadie quería que se promulgase. Entre el gentío, excitado, enfurecido, se escuchó un grito: ¡que no se publique! Muchos lo secundaron. Otros gritaron: ¡a las armas! Entonces alguien rompió el tambor, los oficiales comenzaron a ser insultados, zarandeados, agredidos. Tuvieron que huir como pudieron y refugiarse a pocos pasos de allí, en la Audiencia.

placas 1808
Placas conmemorativas del 1º y 2º centenario del 9 de mayo de 1808 en el cruce de las calles Cimadevilla y Altamirano

Desde la Audiencia, situada en el número 1 de la calle Cimadevilla, frente a la calleja de los Huevos, llamaron al obispo para que tratase por todos los medios de mediar y calmar a la muchedumbre. Mandaba al orden desde el balcón pero nadie le hacía caso, ¡el bando no se podía publicar!

La calle estaba abarrotada, se sumaron los estudiantes y los vizcaínos (trabajadores de la Fábrica de Armas) que se habían apoderado de fusiles que se guardaban en la Casa de Armas en el Fontán (el actual Palacio del Duque del Parque).

Mientras los oficiales permanecían en el interior de la Audiencia, los vecinos derriban la puerta y acceden al interior. El ambiente estaba a punto de estallar. Entre fuertes discusiones y empujones el pueblo reclamaba el bando. Fue entonces cuando uno de los vecinos vio al secretario de la Audiencia con unos papales, sin dudarlo se hizo con ellos y comprobó que era el bando de Murat. Tenía el preciado botín, lo enseño al aire, todos le aclamaban.

Triunfantes salieron a la calle, entre vítores y gritos: ¡muera Murat! ¡Muera Francia! ¡Viva el rey Fernando VII! Se encaminaron hacia el Campo de San Francisco, donde quemaron el odiado bando y se llamó a la Junta General del Principado para que se reuniera. En ella depositó el pueblo sus esperanzas. Sabía que poco podía esperar de los miembros de la Audiencia, cuya fama de afrancesados les precedía.

A las 5 de la tarde se reunió la Junta en la sala capitular de la Catedral, como venía siendo costumbre. No se recuerda una asamblea más concurrida, el claustro de la Catedral, la Corrada del Obispo… no cabía un alfiler. Inflamada por los ánimos, por la reacción de los vecinos, la Junta no les defraudó. Acompañaría y guiaría al pueblo en contra de Francia. Ésta, presidida por Joaquín de Navia Osorio, marqués de Santa Cruz de Marcenado, decidió desobedecer las órdenes de Murat al tiempo que preparaba una comisión para organizar una defensa, para preparar una guerra.

Joaquín Navia Osorio y Miranda, marqués de Santa Cruz de Marcenado (tallereediciones.com)
Joaquín Navia Osorio y Miranda, marqués de Santa Cruz de Marcenado (tallerediciones.com)

Los vecinos aguardaban expectantes; al conocer los acuerdos allí tomados un aire de patriotismo y libertad invadió en ambiente. Todos exclamaron ¡viva el rey! ¡Viva la religión! ¡Viva Asturias! ¡A las armas! ¡Fuera los franceses! Entusiasmados, satisfechos, orgullosos de la jornada que habían protagonizado, los vecinos de Oviedo se retiraron a sus casas a última hora de aquel histórico día 9.

Muchos acontecimientos estarían por llegar en fechas próximas, una guerra se aproximaba y pueblo, representado por la Junta General, la aceptaba con valentía.

Pasaron los años, pero aquella jornada no sería olvidada con facilidad como bien describió Fermín Canella en su Libro de Oviedo.

Para conmemorar fecha tan señalada, el ayuntamiento de la ciudad decidió el 28 de mayo de 1887 “…que la calle que va de San Bernabé al Río de San Pedro se llame calle del 9 de mayo, en memoria del levantamiento de esta ciudad y provincia contra Napoleón en 1808…”.

Así nació ésta calle, cuyo origen se encuentra en uno de los caminos que desde la capilla de San Bernabé (actual cruce de las calle Caveda – San Bernabé) se dirigía hacia el río de San Pedro.

9 mayo salesas
Calle 9 de mayo en la parte superior del desaparecido convento de las Salesas (arquitecturadeoviedo.blogspot.com.es)
9 de mayo(nestoria.es)
Cruce de la calle 9 de mayo con San Bernabé en la actualidad (nestoria.es)

Incendio 1521

No son pocas las ocasiones en las que un acontecimiento fortuito provoca unas consecuencias inimaginables, unas consecuencias solamente percibidas con el paso del tiempo que, sin embargo, lentamente van calando hondo en el día a día. Y es así como, por uno de estos acontecimientos, se produce el tránsito de la ciudad medieval a ciudad la ciudad moderna en Oviedo; en este caso, por el gran incendio que tuvo lugar en 1521.

Imaginemos una ciudad con calles estrechas, con salientes, telas y voladizos que prácticamente conectaban entre sí todas sus casas, añadamos la madera como unos de los principales elementos constructivos; no resulta difícil pensar en el fuego como uno de los mayores enemigos de una ciudad medieval. De hecho, el temor a un incendio era una de las principales preocupaciones de las corporaciones municipales. Pese a las ordenanzas para evitarlo, como trasladar fuera de las murallas las actividades de los ferreros, resulta imposible luchar contra las fuerzas de la naturaleza.

De esta manera, por caprichos del destino, en la nochebuena del año de 1521 se originará el gran incendio de Oviedo. Su foco originario fue una casa en la calle Cimadevilla, al parecer por unas brasas que calentarían el hogar; rápidamente se expandió por toda la ciudad como la pólvora, destruyendo en menos de cinco horas casi todo su caserío. Tan sólo la antigua civitas episcopal, el núcleo originario de Oviedo construido por Fruela y Alfonso II, se salvará de la quema gracias a la muralla construida por el rey Casto que la cercaba y protegía y a las buenas construcciones en piedra de las propiedades eclesiásticas. Fuera de este recinto, con centro en la Corrada del Obispo, tan sólo se salvó el Palacio de la Rúa, que ha llegado hasta nuestros días como único vestigio de arquitectura civil medieval.

Palacio de Rúa
Palacio de la Rúa

Los efectos serán devastadores, pasará más de un mes para sofocar totalmente el incendio. Poco después se alude a una ciudad destruida y deshabitada, aunque bien pudiera ser por la huida masiva de la población ante el peligro de las llamas o por una exageración de los órganos municipales para agilizar la ayuda regia. Como siempre, en el término medio estará la realidad.

Pasados dos meses, en febrero de 1522, la ciudad solicita ayuda al monarca para iniciar su reconstrucción, dada la imposibilidad de hacerlo por sí misma ante la falta de recursos. Así, para paliar las consecuencias, Carlos I concede a Oviedo la celebración de un mercado semanal libre de impuestos.

Por consiguiente, tras el incendio, el concejo plantea una reconstrucción de manera organizada, con ordenanzas específicas sobre la forma de construir y los materiales a utilizar; estas ordenanzas de febrero de 1522 trataban de frenar la habitual costumbre de ocupar la vía pública, con la intención de modificar la trama urbana, homogenizando las fachadas, enderezando y ampliando las calles…

A partir de este momento, podemos comenzar a percibir ese tránsito de la antigua ciudad medieval hacia la modernidad. Su arquitectura, su urbanismo… irán desarrollándose atendiendo a nuevos cánones de belleza y funcionalidad, aunque sin perder esa herencia medieval que siempre estará reflejada en su trama urbana.